La historia se desarrolla de manera sinfónica, como una pieza musical dividida en movimientos, o las ramas de un árbol altísimo que traza la evolución de una única vida – la de Jack O’Brien, quien está intentando encajar una serie de preguntas persistentes sobre la ira de su padre, el amor de su madre, la muerte de su hermano y sus propias luchas con la fe y el sentido de las cosas. Pero la historia de Jack discurre dentro de la enorme belleza y el ritmo recursivo del universo mismo. Sus luchas humanas pasan a formar parte de los poderes inmensos de creación y destrucción del cosmos, según comienza a sentir sus conexiones con el polvo de las estrellas, con las criaturas prehistóricas que en el pasado deambulaban por el mundo y con su destino final. Es una historia de amor profunda sobre cómo el amor emerge de la vida y la vida emerge del amor.
EL ÁRBOL DE LA VIDA es un viaje de final abierto hacia un territorio inexplorado para una audiencia de cine contemporánea, una que sin duda impactará a cada persona de una manera única. Según Malick entra en semejante nebulosa, mundos llenos de imaginación como la memoria infantil, la historia prehumana y el reino de las estrellas centelleantes, la historia se desarrolla tanto a un nivel microscópico del corazón como a un nivel masivo, inabarcable, de iones y iones de tiempo, con ambos niveles en continuo movimiento.
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